sábado, 7 de enero de 2012

DIARIO DE UN MILITAR AMERICANO


27-12-2011 
Primer día lejos de mi familia. Sobre las 6:20 hemos aterrizado en suelo iraní. Íbamos siete compañeros, yo al ser capitán salí en primer mando. No me esperaba el calor con el que me iba a encontrar. Se hacía muy pesado ya que no sólo había que aguantar las condiciones meteorológicas, sino el peso del equipo y de las armas.
Salí primero del “pájaro” y el ruido de las hélices retumbaba en mi cabeza. Todo era tan diferente…
Nos fue a recoger una patrulla, que nos llevó a “base” americana. Todos nos esperaban para darnos la bienvenida, pero las fiestas las dejamos a un lado y nos pusimos enseguida a trabajar.
Necesitábamos coger al  jefe del comando iraní para desarticularlo. En “base”, compañeros que llevaban un par de días más que yo, habían sorprendido a varios comandos islamistas.
Entré en una sala, me daban escalofríos de estar en frente de este tipo de personas. Me dispuse a interrogarlos, pero ninguno de ellos quería “cantar” la posición del jefe. Tuve que recurrir a fuerzas mayores y tras varias horas de impotencia, conseguí que uno de ellos “cantara” la posición del mando.
Una vez conseguida la información y el punto rojo, donde días u horas más tarde atacaríamos, la llevé al departamento de investigación.
Mientras que investigaban la forma y puntos para atacar, yo me fui a recorrer los alrededores de la “base”, me quería olvidar por unos momentos donde estaba. Pensaba muchísimo en mi familia y no paraba de besar la foto que tengo de mis dos niños y mi mujer, os hecho tanto de menos…
Me dirigí al departamento de información y nos reunieron a todos los militares. Nos dijeron que iba a llevar tiempo preparar el ataque, ya que había demasiados hombres en aquella casa, situada a 30 kilómetros, donde se encontraba el “cabecilla”, el pueblo se llamaba “Isfahán”.
Había que estudiar todo lo que haríamos antes de atacar, hora, grupos de compañeros, por donde íbamos a aterrizar en aquel lugar, ya que una operación de éstas necesita mucho tiempo y preparación.
Ya eran las 20:00 de la tarde y todo el grupo fuimos a cenar a una sala muy grande, donde cogíamos unos cien militares. No tenía mucha hambre, tenía el estómago cerrado, pero no me quedaba más remedio que comer, para coger fuerzas.
En América, mi casa, serían las once de la mañana, mis niños estarían en el colegio y mi mujer trabajando. Y yo aquí, en un país desconocido, donde todo es desértico, deseando volver a casa con mi familia, es lo único que deseo. No quiero estar más en este infierno.
Sé que es el primer día y aunque queda mucho por hacer, y todo se hace tan cuesta arriba, mi familia es la que me da fuerzas para seguir luchando.
Dejo de escribir, porque a las tres de la mañana tengo que estar en pié.
Espero poder seguir escribiendo mi diario mañana, y poderla decir a mi mujer lo mucho que la amo.


28-12-2011
Sobre 2:30. Sonó el timbre en todo nuestro terreno. Me desperté con un sudor frío del lecho, envuelto entre cojines y mi vestido. En el sitio en el que nos disponemos, en el tiempo que dure y esté presente el sol produce mucho sofoco, pero de noche es como nieve.
No nos dio tiempo el poder consumir suficiente puchero. Sonó el timbre, luz verde lució sobre todos los túneles de nuestro terreno, eso unido con vestirse, ponerse el uniforme, cogerse protecciones es lo mismo.
Yo como dirigente cogí todo mi grupo de guerreros y nos metimos en el helicóptero. Todos juntos somos conscientes de que embestir el zulo de ese pueblo compone nuestro objetivo.
Recuerdo que un sudor frío recorrió todo mi cuerpo. En esos momentos se me vino un enorme número de recuerdos sobre mi mente.
Metí todos mis dedos en ciertos bolsillos del uniforme con el fin de descubrir donde deposité mi foto de mi mujer y mis hijos. Lo besé con ilusión y prometí en volver pronto. Me lo propuse muy en serio.
Jones nos dijo con éstos términos: “en breves momentos coger posición y descender”.
Cogí uno de los broches de uno de los portones y los deslicé. Yo fui el primero en descender y luego mis guerreros.
Todos nos dispusimos en grupo. Primero no conseguimos ver el zulo, tuvimos que subir por un cerro, y después de conseguirlo, lo vimos.
Conseguimos descubrirlo. Como decreto de orden, nos dividimos en grupos y embestimos el zulo.
Diversos guerreros se metieron por el huerto, otros rompieron el portón…
Después de meterse en el zulo, vimos un montón de gente. Emprendimos los tiros, en mi grupo Jon mi mejor cómplice recibió dos tiros, que le rompieron el uniforme. Me le eché en los hombros y seguí con mi objetivo.
Todo lleno de humo, un silencio frio dominó mi cuerpo.
Mis guerreros distribuidos por el zulo, cumpliendo su misión.
En el exterior del zulo, eché mi cómplice en el suelo…intenté revivirlo, pero perdió mucho líquido rojo.
Mis guerreros surgieron entre el polvo de humo, y me dijeron que el jefe del zulo corrió, pero que concluyeron con los otros.
Un Comboy nos recogió y volvimos. Nos reunieron y nos dijeron que el descubrir un jefe de ese grupo produce mucho tiempo.
Todo se me echó sobre mí. Tener que subsistir en este sitio mucho tiempo.


29- 12-2011 
A las 7:20 sonó la alarma en base americana. Todos nos teníamos que preparar para bajar al salón y desayunar.
Todavía no me había hecho a la idea de que permanecer en este sitio, iba a ser durante un gran y largo tiempo. Es mi tercer día aquí y hecho mucho de menos a mi familia.
Recuerdo cuando decidí pertenecer a esta unidad, lo deseaba desde niño y de las mejores cosas que me han pasado durante este año fue cuando me escogieron para formar parte de este cuerpo militar; y ahora estoy aquí, escribiendo líneas de un diario sobre mi estancia en Irak.
En el salón se respiraba un gran silencio, sólo se escuchaba el ruido de los cubiertos de los cientos de militares comiendo.
No comí mucho y cuando terminé me dirigí a mi habitación. Me tumbé en la cama y empecé a recordar que en este mismo año mi segundo hijo empezó a decir “papá” por primera vez, se me llenaron los ojos de lágrimas y me hacía la idea de torcer la cabeza y verle tumbado junto a mí…
Sonó la alarma en toda la base americana y eso significaba ponerse rápido el uniforme, coger las armas y reunirse todos en batallón.
La misión de hoy era patrullar por el pueblo, haber si encontrábamos pistas del objetivo que buscábamos, el jefe del comando.

Metido en el tanque, iba mirando por uno de los pequeños orificios e imaginándome cuando mi mujer este mismo año me dijo que estaba embarazada de nuestro tercer hijo, sentí muchisima alegría, pero al mismo tiempo impotencia, de no poder estar en estos momentos junto a ella…
Eran las 13:30 y seguíamos patrullando por todos los alrededores del pueblo en busca de información que nos diera pistas.
A las 15:15 de la tarde regresamos a base americana, para cambiar el servicio y poder comer y descansar.
En el gran salón parecía que el ambiente estaba más animado que el de por la mañana, los militares se iban haciendo a la idea de permanecer en este lugar duraría un largo tiempo, pero el hacer bien el trabajo podía disminuir ese espacio.
Comiendo, escuché mi nombre y me dijeron que uno de los jefes de la base quería hablar conmigo.
Entré a su despacho, me cuadré delante de él y me dijo que de madrugada tendríamos que realizar otro asalto, pero esta vez en una casa a las afueras de Isfahán.
Tenía ansias de llegar a aquel lugar para realizar el asalto.


30-12-2011
Eran las 4:00 de la mañana cuando sonó el timbre en toda la base. Todos sabíamos lo que era, el asaltar aquella casa para poder dar con el jefe del comando.

Me puse rápido el uniforme y cogí todo mi armamento.
Todos los militares nos reunimos y nos distribuimos por grupos. Un Comboy militar nos llevaría hasta aquel lugar.
En ese vehículo íbamos 9 personas, daba palabras de ánimo a mi grupo y les decía que teníamos que hacer muy bien y con mucha precisión el trabajo, ya que si saliera todo bien tendríamos una gran recompensa, el volver a casa.
Veía caras de miedo en algunos de los mios, pero no lo podía permitir y les dije que el terror es nuestro peor enemigo en estos momentos, que nosotros decidimos en su día ser militares y éste tipo de objetivos y misiones forman parte de nuestro trabajo.
Durante el recorrido recordé que meses antes de venir a esta misión, discutí con mi padre, el motivo era que no quería que siguiese siendo lo que soy ahora, un militar, que tenía una familia y debía de estar con ella, yo me encerré en mí mismo y no le escuché y dejamos de hablarnos. Pocos días después mi padre sufrió un accidente y falleció, sabía que no me había portado nada bien con él y que no me había podido despedir…
Este tipo de cosas son las que ahora me reconcomen la conciencia, pero me ayudan a actuar en este tipo de misiones con más coraje.
De pronto el Comboy paró y nos comunicaron que podíamos abandonarlo para pisar suelo.
Yo salí primero y mis hombres detrás de mí. La casa que íbamos a asaltar estaba en un alto, era un objetivo difícil ya que tendríamos que tener cuidado el atacarla, porque nos divisarían pronto y con facilidad.
Caminando, un sudor frio recorrió todo mi cuerpo y no sé porqué recordé cuando este mismo año me comunicaron que quizás tendría que dejar EE.UU para instalarme definitivamente en Irák, aquello fue algo terrible, pero un mes más tarde me informaron que no se llevaría a cabo.
La casa que era nuestro objetivo, estaba cerca y no podíamos desconcentrarnos porque un paso mal dado podía echar hacia atrás toda la misión. En ese mismo momento recordé una mala noticia que fue cuando me dijeron que teníamos que llevar a cabo una misión en Irak, que quizás se alargaría meses, recuerdo la cara y los llantos de mi mujer, es algo que no me puedo quitar de la cabeza.
Llegamos a la casa, pero tuvimos que cancelar la misión, me comunicaron por “Walkie Talkies” que el jefe del grupo había abandonado esa casa.
Desesperados volvimos a hacer el mismo recorrido que llevamos para llegar aquí y regresamos a base.


31-12-201
Hoy es el último día del año y aquí, en Irák.
Recuerdo todas las navidades anteriores, tiempos felices en el que toda la familia nos reuníamos en casa de unos y de otros y también estaba mi padre, con aquella sonrisa que tanto le caracterizaba.
Este año me hubiera gustado hacer tantas cosas...como dar el capricho a mi familia de realizar el viaje que nunca hicimos a Finlandia; o ir con mi mujer a visitar a su familia que vive en España, que desde hace cuatro años no ve; o mismamente el cuidar más de mi familia, que con estas misiones y mi trabajo he descuidado tanto.
Esto último que he escrito en cuanto llege a EE.UU lo haré, lo prometo. Ahora me doy cuenta lo que se echa de menos a las personas que quieres, que estando con ellas, muchas veces no valoras ciertos momentos o cosas…
Hoy es un día raro, todos hemos comido en el salón y ningún festejo navideño se nos ha pasado por la cabeza.
No he querido subirme a mi habitación después de comer, ya que necesitaba hablar o estar con alguien.
Me escapé al hospital, para visitar a mi amigo y compañero Jon, que dos días atrás había recibido dos tiros. Estaba mejor, le agarré la mano y le prometí que pronto estaríamos en casa.
Mantuvimos una larga conversación, y él me contó que tenía muchas ganas de salir de ese sitio y poder volver a actuar con nosotros, pero los médicos le dijeron que la baja iba para un largo tiempo.
De los medicamentos tan fuertes que le daban para calmar el dolor se durmió y yo cuidadosamente puse su mano sobre su pecho, cerré la puerta con suavidad y me fui.
Regresé con mis compañeros de la base, nos reunimos 9 en una habitación y empezamos a hablar sobre cómo iban yendo las cosas y cómo nos sentíamos en este sitio y todos coincidíamos en lo mismo, querer regresar pronto a nuestros hogares.
Teníamos que cenar pronto, porque la costumbre es tomar las doce uvas para recibir el nuevo año, quiero dejar ya este año atrás y comenzar un año lleno de alegrías, bueno eso espero.
Entre risas recibimos el nuevo año y para festejarlo pusimos un poco de música, teníamos que olvidarnos un poco de nuestra situación allí.
La fiesta se alargó durante mucho tiempo y todos juntos recibimos el nuevo año, todos nosotros, los militares, pero esta vez fuera de casa a muchos kilómetros de ella y sin nuestra familia.


1-1-2012
Nuevo año, el 2012. Ya han pasado cinco días que estoy lejos de mi familia.
A las 7:30 de la mañana ha sonado la alarma, me he puesto mi uniforme y he bajado al salón para desayunar. Hoy me he puesto tres tostadas que sabían riquísimas y me ha recordado al desayuno de mi hijo mayor. En ese momento metí la mano en el bolsillo y apreté fuerte la foto de mi familia.
Todavia recuerdo el olor dulce de su colonia y limpio de su ropa, muchas veces voy por los pasillos de la base me viene ese olor, me doy la vuelta y me imagino que mi mujer está allí conmigo.
Me toqué suave y rápidamente el pelo, me lo rapé el día que llegé aquí y no le gusta nada a mi mujer verme con poco pelo...pero ójala que me vea así porque eso significa que dejaré de escribir este diario y estaré ya con mi familia.
Me fui a mi habitación y me quedé un rato en la ventana, deslicé el visillo y ví un sol resplandeciente, amarillo y rojo al mismo tiempo, me recordaba a los días con mi familia en la playa, pero en ese momento escuché un ruido atronador y fuerte que me decía la realidad del momento...estaba lejos de mi casa.
Las cosas no han cambiado mucho por aquí, seguimos con el mismo trabajo e intentando conseguir pistas sobre el parador del jefe del comando islamista.
Por la mañana antes de comer fuimos de patrulla por el pueblo, para intentar conseguir pistas y su rastro.
Volvimos a base y subí a mi habitación para dejar todo mi armamento.
Fuimos todos a comer, la comida hoy estaba un poco picante y quizá un poco salada, pero me la comí de todas formas.
Seguimos sin tener rastro del principal jefe islamista. Los diferentes departamentos de nuestra base están trabajando intensamente para encontrar algún indicio que nos indique el paradero del cabecilla del grupo.
La tarde se me ha hecho muy larga, ya que de momento no tenemos trabajo hasta que demos con él.
La situación por las calles se están complicando, ya que hay varias revueltas entre los habitantes del pueblo de Isfahán. Nuestra base se mantiene en alerta, por si hay que actuar en cualquier momento.
Por ahora seguiré escribiendo día a día mi diario, pero espero y deseo poder terminar con éxito esta misión a la que he sido enviado y que puedan comunicar que las tropas del ejército americano regresan a casa.




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